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M.C. Arellano

Esbozo biográfico

Nací en 1984 en Toledo. Viví en Madrid, Almagro y La Unión, pendiente siempre del concurso de traslados de mi padre, hasta que en 1992 aterricé nuevamente en mi ciudad natal.

Me licencié en Historia del Arte y después me convertí en experta en Gestión Documental de Museos. La crisis me explotó en los hocicos según acabé la carrera, así que no me quedó otra que aventurarme en el mercado laboral con un machete entre los dientes y emigrar. He trabajado como monitora de campamento, promotora, cuentacuentos e incluso "team member", que es como llaman en las franquicias londinenses a los peones a los que explotar haciendo bocatas, espachurrando remolachas en la licuadora y fregando suelos a rodilla hincada.

He trabajado como Localisation QA Tester de videojuegos, lo que viene a implicar revisar cantidades ingentes de texto y pasarse el mismo juego treinta veces. Si me llegan a decir que iba a poder vivir de eso mientras limpiaba la roña del interior del microondas en la cafetería de los horrores me da una angina de píloro.

Me saqué el título de Community Manager con la esperanza de que eso me abriera puertecitas a la hora de crear contenido. Tras pasar medio año pagando el alquiler traduciendo al español videojuegos modestos y textos relacionados he dado un salto de fe y estoy intentando vivir de escribir y contar historias. Aquí sigo, sin escupir el machete, a ver hasta dónde puedo llegar.


 

Hablemos de cosas literarias

En 1998 gané el premio en mi categoría en un concurso a nivel local, Cuentos de las Cuatro Calles. En 2010 me dieron un accésit en el I Certamen Literario Jacaranda. En 2015 quedé finalista en el V Certamen de relato y narración oral Hijos de Mary Shelley. A finales de 2016 quedé finalista en un concurso de microrrelatos rockeros y fui finalista del premio Domingo Santos en 2017. En 2018 mi relato La abuelita fue seleccionado para la antología Visiones.

En 2014 publiqué El Tiempo de Viridia con Ediciones Atlantis. A finales de año el relato Ojos de Absenta apareció en la Revista Valinor nº9. En septiembre de 2015 salió publicada La Suerte del Dios Hambriento con Sportula, que ha sido nominada en la categoría de novela corta de los Premios Ignotus 2016. En diciembre de ese año autopubliqué en Amazon una antología de relatos invernales. En abril de 2016 salió La noche que Tronnia cambió su mundo, con Ediciones Nalvay. En 2018 vio la luz Kami y las nueve colas, mi viaje poético personal al Japón mítico y legendario, gracias a Pastel de Luna.

A partir de aquí me harté del proceso editorial de mandar manuscritos, esperar eternamente y luego no tener el control absoluto sobre mi obra, así que di el salto a la autopublicación en serio con Tailwhisper y la sangre roja, en 2019, la ucronía steampunk con animalitos y tintes de novela negra que nunca habría esperado escribir. Al comenzar la pandemia publiqué Libro de horas de las oscuras golondrinas, un homenaje romántico a Bécquer en el centésimo quincuagésimo aniversario de su muerte.

En 2021 dio comienzo la saga de las Flores Dolientes con la publicación de su primer volumen, La leyenda de la bailarina ciega. A este título siguió la nueva edición, revisada e ilustrada, de El Tiempo de Viridia, en otoño del mismo año. Crónica de la Ciudad Baldía continuó, en febrero de 2022, la saga de las Flores Dolientes, e Himno de las bestias de ceniza la cerró en primavera de 2023. El relato Noli me Tangere apareció en el número 11 de la Revista Opportunity.

En septiembre de 2022 publiqué Maldiciones, el primer volumen de Mosgaira, la historia que llevo toda la vida preparando para que vea la luz. Su continuación, Hechizos, salió en septiembre de 2023. Su volumen final, Ritos, el Día del Libro de 2024.

De todos estos libros, de todas formas, hay mucha más información en la sección Obra y fábrica de esta misma web.

​​Detalles variopintos


¿Qué más? Pues lo normal, que empecé leyendo todo lo que me iba llamando la atención en mi idílica infancia. En cierto momento comencé a jugar a escribir cuentos sobre hámsters y koalas. Luego la cosa se fue poniendo seria y cuando quise darme cuenta tenía tropecientos proyectos de escritura empezados. No tengo muy claro cuándo me planteé la opción de publicar, pero implicó enfrentarme al fantabuloso mundo de la autocorrección y tuvo como consecuencia un aprendizaje fructífero al conocer mis fallos. Uno no puede relajarse.

 

Además de leer me gusta la música, viajar, encontrar koroks, peregrinar de museo en museo, perderme en videojuegos, comer, la paleografía y embobarme con los descubrimientos que hago al documentarme.

Si queréis comprobar cómo se me suelta la pluma cuando tengo algo de qué hablar, podéis indagar en mi blog homónimo, Donde la imaginación dormita. O seguirme en las redes sociales, que es el lugar donde hay que estar para demostrar que uno existe y está vivo. Si da la casualidad de que os interesa reseñarme algo, consultad la sección de contacto.

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